viernes, 12 de febrero de 2016

¿Entrenas mentalmente a tus porteros?

El otro día observé cómo un joven portero se iba a la deriva del partido. Esto sucede frecuentemente y sin darnos cuenta. Conductas tan importantes como un saque de puerta pueden verse afectadas si como portero no controlas tus emociones. 

Un elevado nivel de activación en estas conductas puede determinar físicamente la potencia o la dirección en el golpeo. El rendimiento en esta acción en concreto es inversamente proporcional al grado de estrés o ansiedad de esa situación. Esta ansiedad o estrés puede haberse generado en la jugada inmediatamente anterior al lanzamiento, como puede ser un choque con el atacante o incluso por no haber trabajado el nivel de activación y la predisposición de actitudes previamente al partido.

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Normalmente este aspecto psicológico se trabaja en los momentos del calentamiento y el vestuario, si es que se ha entrenado al portero para que sepa trabajarlo. Hay una frase de Luis LLopis que me encanta “Tenemos que ser justos con el portero, no se le puede pedir que haga cosas que no ha entrenado”. 

Esta frase es totalmente cierta, tanto para el aspecto físico, táctico, técnico y también psicológico. No puedes esperar que un portero controle su nivel de activación para mejorar un saque, su actitud hacia el partido, sus mensajes internos, su comunicación con la defensa, su liderazgo en el campo o el vestuario… no puedes esperar que mantenga la concentración durante todo el encuentro, o que vuelva a meterse en el partido manteniendo el mismo rendimiento después de cometer un fallo o recibir un gol, si no lo has dotado de herramientas o técnicas para entrenar estas situaciones.

Ningún preparador o escuela de porteros podrá llegar a la Excelencia o tan siquiera ofrecer un servicio de calidad a sus alumnos, si no trabajan el plano psicológico. Todos sabemos que ser portero es algo muy especial, pero no todos gozan de las características personales para llegar a ser un portero de primer nivel. Algunos ya vienen con esas habilidades aprendidas, pero la inmensa mayoría debe entrenarlas.

Lo peor en muchos casos, es que es el propio chico el que se culpa por no tener “madera de portero”, cuando en realidad es una carencia en su formación. Los padres de jóvenes porteros que están leyendo esto sabrán de lo que hablo. No es justo, mucho menos para un niño o adolescente, dejar que asuman el 100% de la responsabilidad de los errores si ni siquiera lo has fortalecido con herramientas para que afronte determinadas situaciones o al menos para que sepa valorar sanamente su rendimiento. Igual de desaconsejable es enseñar al chico a que atribuya la causa de los errores a factores externos, como si no tuviera nada que ver con él.

El efecto de los errores, los fallos o las malas actuaciones tras un partido puede tener un impacto emocional mucho más potente en aquellos casos en los que el joven portero vincula fuertemente la percepción de su rendimiento deportivo a su propia autoestima, más aún los  porteros que más horas y esfuerzo le dedican a su preparación.


La causa del abandono o desmotivación de muchos jóvenes porteros es precisamente esto, nadie les ha ensañado a interpretar su rendimiento de una forma mentalmente saludable, “encajar un gol o mantener la portería a 0 no te dice nada de tu rendimiento”.

viernes, 29 de enero de 2016

El papel del psicólogo en un club.

Se ha hablado y mucho acerca de cuál es el papel de los padres en el deporte base, y también sobre la importancia de las habilidades psicológicas de los entrenadores para desempeñar su trabajo. También se ha escrito sobre la trascendencia en el plano social y deportivo de las habilidades directivas de los dirigentes de un club, o lo esencial que resulta cuidar la marca y la identidad de una escuela deportiva si quiere seguir creciendo. Pero ¿qué hay del psicólogo? ¿cómo sabe el club que está desempeñando correctamente sus funciones? ¿qué debe aportar? ¿cómo es su trabajo?


Actualmente la figura del psicólogo del deporte es muy valorada entre los clubes y escuelas deportivas. Esto es más evidente en algunos deportes que en otros, si bien en todos los ámbitos, por unas u otras razones, se ve con buenos ojos su incorporación al club o al cuerpo técnico. Pero, la llegada del psicólogo generalmente puede venir acompañada también de desconocimiento, expectativas no del todo acertadas, o reticencias a la hora de trabajar conjuntamente. 

Esto a veces se aprecia cuando un entrenador se da cuenta que el psicólogo no viene para dar charlas “motivadoras” a los chavales, sino que además “pretende” trabajar con ellos en el campo o la pista durante los entrenamientos.

Algunos entrenadores, sobretodo los menos familiarizados con el tema, incluso podría decirse que sienten cierta sensación de extrañeza, “mis chicos ni están desmotivados ni les pasa nada malo, de hecho vamos arriba en la tabla”, otros no están habituados a trabajar conjuntamente, y a otros les puede costar trabajo ceder tiempo de su sesión de entrenamiento, perfectamente planificada, a una actividad a la que no le ve sus beneficios. Esta actitud al principio, si es que se da,  es de lo más normal, pero hay que tener ciertas cuestiones presentes.

El psicólogo no es ni será nunca la referencia para ningún club o escuela deportiva. El fútbol, el baloncesto, el tenis, el atletismo… llevan años, incluso siglos, sin psicólogos, nunca nos han necesitado, por tanto, el psicólogo que llega a un club debe hacer ver a los entrenadores que sólo es una “herramienta aconsejable” para ellos, ni más pero tampoco menos.

Lo primero que hace un psicólogo no es actuar, ni siquiera intentar dar soluciones a las primeras demandas planteadas por los entrenadores. Los psicólogos y los entrenadores hablamos idiomas diferentes. Lo que para el entrenador puede ser un problema de concentración en un jugador o deportista, puede ser desmotivación o incluso estrés. Entonces, puedes ir a tiro hecho y trabajar la concentración con ese jugador, pero ese trabajo no servirá de nada, porque la base de su bajo rendimiento radica en otro aspecto psicológico.

En este sentido, el segundo objetivo que tiene el psicólogo cuando aterriza en un club es establecer puentes de unión con los entrenadores y concretar las demandas de trabajo, para posteriormente ratificarlas, por ejemplo mediante la observación del deportista o del equipo.

Estos puntos en común o puentes de unión con los entrenadores deben establecerse durante los entrenamientos y en competición. Como psicólogo, es muy recomendable que pases horas con los entrenadores, los jugadores y el resto del cuerpo técnico, con la intención de “traducir” y concretar los objetivos a trabajar y en su caso proponer al entrenador añadir nuevos objetivos psicológicos que hayas observado. Es posible que al principio, el psicólogo se pase semanas sin realizar una intervención. Este período es el más importante.

El psicólogo debe estar disponible, debe ser fácil acceder a él, incluso debe ser gratificante para el entrenador, el jugador o el padre el mero hecho de contactar con él. Tratar con el psicólogo debe resultar una experiencia positiva y agradable. Esto es más importante aún en el trabajo con padres y madres.

Trabajar con los padres es una de mis experiencias más satisfactorias. Muchos padres están completamente desinformados, literalmente “nadie nos ha dicho qué es lo que tenemos que hacer”,  otros muchos suelen leer en las redes sociales los infinitos artículos que escribimos “sobre lo mal que se portan en el campo” o sobre qué es lo que deben hacer exactamente.

Existe una premisa básica para una comunicación eficaz. Si quieres que tu oyente o público esté receptivo a tu crítica, primero procura “abrir sus oídos”. Las críticas y mensajes negativos provocan el efecto contrario, a nadie le gusta que le digan lo mal que hace algo.

Luego está el segundo paso, el cambio de actitudes y conductas, sentir la experiencia de realizar algo positivamente o de la manera correcta, sus beneficios. A menudo modificamos nuestra conducta sólo a través de nuestras experiencias, las palabras y los consejos, por mucho bombardeo que hagas, toda esa información suele caer en saco roto si no va acompañado de algo más. 

Sólo a través de la práctica, los ejemplos y la experiencia, bien la propia o la observada en otra persona cercana, cambiamos nuestras actitudes y conductas.


En definitiva, el psicólogo del club estará a disposición de entrenadores, deportistas, padres y directivos, y su oferta será tan amplia como las demandas sobre las variables sociales, psicológicas y educativas que se les quiera plantear.