lunes, 2 de noviembre de 2015

Lo más importante es divertirse... pero si ganamos mejor.

Si le preguntas a un entrenador de deporte de iniciación “¿Qué es lo más importante de cara al próximo partido o competición? Posiblemente te conteste que lo más importante en esas edades sea divertirse y aprender, y muchos añadirán  “pero si además ganamos mejor”.


Cada vez la psicología está más presente en el deporte, y todos de alguna manera u otra conocemos que además de la comunicación verbal también usamos un lenguaje no verbal. Este lenguaje no verbal es mucho más difícil de poder controlar, y está muy vinculado a nuestros pensamientos, sentimientos y actitudes más arraigadas. Los mensajes no verbales transmiten mucha más fuerza que los verbales, van directos a lo más profundo de nuestro ser, posiblemente porque son más viscerales,  reflejan nuestro auténtico estado interno  y no requiere en el receptor el procesamiento cognitivo que necesita el lenguaje verbal.

¿Qué pasaría si le preguntas a tus chicos: qué es lo más importante de cara al próximo partido? ¿crees que te responderán aprender más y pasárnoslo bien?  ¿o dirán ganar, marcar un gol, que no me marquen? ¿por qué ocurre esto entonces?

Posiblemente tenga que ver con nuestra actitud competitiva como adultos. Podemos ser plenamente conscientes que lo más importante en el deporte base es formarse, divertirse, socializarse, mejorar habilidades psicomotrices, desarrollar una personalidad o un carácter equilibrado, adquirir valores. Pero sabemos que esto no es suficiente, porque los chicos siguen imitando el modelo adulto de competición. Se les transmite a través del lenguaje más fuerte y contundente, el no verbal. 

Un buen consejo para tener plena consciencia de lo que realmente trasladamos a nuestros jugadores o deportistas es auto-observarnos, prueba grabarte en video. Es una de las metodologías que seguimos en nuestra consulta, y es muy eficaz para mejorar nuestras habilidades como entrenador. Fíjate no sólo en el contenido de lo que dices sino en cómo lo dices, cómo reaccionas ante los fallos o el resultado, los goles, los puntos, el ganar o el perder… levantar las manos, dar pitidos, aplausos, gestos de aprobación levantando el pulgar, llevarte las manos a la cabeza, dar saltos, cruzarte de brazos, encoger los hombros…

Una de las razones para reaccionar así es la falta de formación que tienen los entrenadores en materia de enseñanza y aprendizaje. El entrenador puede estar formado y capacitado para entrenar, pero entrenar a niños es otro cosa, requiere un plus. Generalmente se copia o adapta la metodología que se usa para entrenar a los adultos, que conlleva trabajar con el mismo tipo de objetivos, los de resultados. Los objetivos de resultados están indicados sólo a partir de la categoría cadete y en un bajo porcentaje, pongamos que podrían ocupar el 25% del total de los objetivos de la temporada, siendo el 75% los correspondientes a objetivos de realización o formativos.

Se puede apreciar el impacto de esta metodología en los niños. Pueden comportarse con más permisividad o habituación ante el juego duro, les dan menos importancia a la diversión antes o después del partido, les dan más importancia a ganar, marcar un gol, o no encajarlo en caso de ser portero… piensan mucho los días antes del partido, pueden tener miedo o preocupación de no hacerlo lo bastante bien, se ponen nerviosos o inquietos antes del partido, si les pides que se acuerden de un momento determinado de la competición, es muy probable que evoquen una situación o experiencia negativa o no satisfactoria.

Esto en los porteros es especialmente importante. El portero puede aprender a enfocar el juego como cooperativo o como rivalidad. La cooperación es la energía que se orienta hacia el perfeccionamiento de la ejecución de la conducta o tarea, y nos enriquece a todos. Mientras que la rivalidad, mal entendida, hace que centres tu atención en el ego, en ti mismo, en ser el mejor. ¿los porteros que entrenan en un mismo equipo lo hacen desde la cooperación o desde la rivalidad? Si tienes un enfoque orientado a la rivalidad te frustrarás con facilidad por no cumplir tus erróneas expectativas.

¿Qué ocurre cuando recibes un gol o cometes un error? Los porteros pueden disponer de largas pausas las cuales te pueden machacar mentalmente si no las sabes manejar. Si tienes un enfoque centrado en el ego tendrás pensamientos negativos y distractores. Te acompañarán malas sensaciones que incluso pueden somatizarse en agarrotamientos, excesivo nivel de activación o incluso provocar lesiones.

Si trabajas un enfoque externo, centrado en la tarea, en qué es lo siguiente que debes hacer, en cómo están anímicamente tus compañeros, qué correcciones o instrucciones debes darle a tu defensa, no entrarás en ese círculo y estarás metido en el partido.

En definitiva, es una cuestión de entrenamiento psicológico, pero tiene su base en las actitudes y valores que entrenadores y padres transmitimos de forma implícita en el día a día.



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