miércoles, 27 de mayo de 2015

¿Por qué juegas al fútbol?

"No te voy a echar la bronca si pierdes un pase, o si fallas un despeje que nos cueste un gol, siempre y cuando sepa que estás dando el 100%. Yo podría perdonar cualquier error, pero no perdonaré al que no entregue su alma y su corazón al Barcelona".

Enlace original foto: www.tz.de

Este entre otros fue uno de los mensajes que Pep Guardiola daba a sus jugadores en su primera charla en el FC Barcelona, según el periodista Guillem Balagué. 

Podemos ver en muchos artículos, libros o cursos las características psicológicas que debe tener un buen entrenador. Ser un buen líder, aspecto que está muy de moda, es una característica esencial sin duda. Hay muchos tipos de líderes, y el mejor es el que adapta el estilo de liderazgo a las circunstancias sacando el mejor rendimiento del equipo en cada una de ellas. Hay que ser autocrático cuando hay que serlo, del mismo modo que se debe saber cuando ser permisivo. Otra característica muy estudiada en psicología deportiva son las habilidades de comunicación. También existen rasgos de personalidad que se relacionan con el éxito o los buenos resultados, o que facilitan la labor del entrenador; o la formación en psicología, para saber aplicar técnicas de motivación, de modificación de conducta, el feedback, el reforzamiento, el trabajo por objetivos... 

Pero, al margen de todos estos superpoderes, difíciles de conseguir en una misma persona, o al menos de aplicar en el día a día, ¿cuál podría ser la cualidad más importante en un entrenador? ¿qué debe transmitir a sus jugadores? Sin duda, la PASIÓN. El día que un entrenador no transmita su pasión por el fútbol y por el escudo que viste, no tendrá nada que enseñar. 

Lo primero que debe tener claro un futbolista es el motivo por el que juega al fútbol. Existen dos tipos de motivaciones, la intrínseca o centrada en la tarea, y la extrínseca o centrada en el ego. Si juegas al fútbol porque disfrutas con el balón, porque te gusta mejorar tu técnica y superarte A TÍ MISMO, porque te diviertes, tu motivación está centrada en la tarea, es intrínseca a lo que haces. Si en cambio, juegas porque tu padre quiere que seas futbolista, porque lo que te gusta es ganar, da igual el deporte que sea, porque alimentas tu autoestima queriendo ser el mejor, centrándote en tí mismo en lugar de en lo que haces, tu motivación es extrínseca (al fútbol) o lo que es lo mismo, está centrada en tu ego. 

Para mí, lo más importante que puede transmitir un entrenador es su PASIÓN, contagiar a todo el equipo de su PASIÓN por el fútbol, crear un clima motivacional que favorezca la cooperación en lugar de la rivalidad. La cohesión grupal centrada en la tarea, la implicación de los jugadores, no sólo es que yo rinda al 100%, es que ayude a mi compañero a que también rinda al máximo, esto es fundamental en los deportes de equipo. Para mí el entrenador es la única persona que puede cambiar la concepción del fútbol en sus jugadores, hacer que disfruten con el fútbol y que sientan esa pasión por los verdaderos valores deportivos.

viernes, 22 de mayo de 2015

La gestión de la suerte.

"No podemos cambiar el viento, pero sí podemos ajustar las velas". 

Enlace original foto: Sergio Rico, el niño que no quería acabar de entrenar. (www.estadiodeportivo.com)

En el fútbol, como en la vida, hay cosas que podemos controlar, y cosas que no podemos controlar. Las lesiones, el árbitro, el nivel y estado de ánimo del rival, el público... incluso el clima, si llueve, o si hace excesivo calor. Todas ellas son variables que se escapan a nuestro control, que influyen en el juego, pero que a su vez, no son determinantes. 

Es fácil apreciar en un equipo que acumula varias victorias, además de tener buen rendimiento, que la suerte también la tiene de cara, todo le sale. Por el contrario también ocurre. El equipo que encadena resultados insatisfactorios, incluso observándose a priori buen rendimiento en los jugadores, parece sin embargo, que por mucho que se esfuercen, la suerte les ha dado la espalda. ¿Hasta qué punto influye la suerte en el fútbol? ¿hasta qué punto podemos tener control sobre ella? Sin duda, el entrenador o deportista que consiga poner el viento a su favor marcaría la diferencia, sería determinante. 

En mis charlas suelo poner como ejemplo de suerte a Sergio Rico. Este chico de 21 años, hace apenas dos temporadas, era el segundo portero del Sevilla Atlético, el equipo filial del Sevilla FC. No sabemos qué se le podía pasar por la cabeza, pero a todo el que le guste el fútbol, lo que quiere es jugar, es posible que incluso se planteara dejarlo. La cuestión es que la suerte quiso, por lesión de los porteros, que Sergio debutase con el primer equipo en septiembre de 2014, en Primera División. A día de hoy como ya sabemos es portero titular y flamante campeón de la Europa League. 

La suerte llega, incluso para los equipos que creen haberla perdido, y siempre está presente en cada partido. Pero lo verdaderamente interesante no es confiar en que venga o no de cara, sino poder gestionarla a tu favor. A todos nos corresponde una parte de suerte. Si Sergio no hubiera estado a la altura, posiblemente el Sevilla FC hubiera buscado otro portero en el mercado de invierno. Si no estás preparado, no gestionas tu parte de suerte. Cuando ni siquiera controlas lo que depende de tí, la suerte te gana terreno, y tus probabilidades de éxito se reducen al mínimo. 

Para empezar a gestionar tu parte de suerte, lo primero que debes hacer es tener el control de aquellos factores que dependen únicamente de tí. A medida que haces tus entrenos de mayor calidad, y ejerces más control sobre el estrés, la ansiedad, las dudas y los miedos, tu capacidad de concentración y tu autoconfianza aumentan. 

Entonces suceden varios fenómenos. Detectas con mayor eficiencia cuando la suerte está de tu parte y cuando no lo está. Cuando te da una oportunidad o cuando debes reaccionar, te anticipas, y le tomas ventaja. Por otro lado, suele suceder también, que tu seguridad es percibida por el rival como amenazante, lo cual, dependiendo de la presión y la calidad de sus propios recursos para hacerle frente, puede interferir o reducir su propia eficacia. Le sigues ganando terreno a la suerte. 

A medida que vayas adquiriendo práctica en la gestión de la suerte, verás que en gran parte, tener o no tener suerte depende de tí, que ante situaciones similares, habrás tenido buena o mala suerte dependiendo de lo preparado que estés. 
La gestión de la suerte es la gestión de tí mism@.